Miguel Ángel Fornerín

            Desde el año 1943 y hasta el 1956, el Buró de Investigaciones Federales, o la policía de lo interior de Estados Unidos, abrió un expediente contra la poeta y activista por la independencia de Puerto Rico en la que establecieron todas las conexiones de su vida con una serie de actores de la práctica social, cultural y política del Caribe. Este expediente fue desclasificado y, recientemente, se ha venido difundiendo y analizado desde las perspectivas que fundamentan los discursos de la posguerra fría.  Los archivos permiten, sin embargo,  una aproximación al estudio de la relación histórica y antropológica entre palabra y poder, entre lenguaje y teoría de dominación.

La trabazón del individuo con el poder tiene su máxima tensión cuando los sujetos articulan operativos que van contra la existencia (o el prestigio) de la fuerza organizada de la sociedad. Es la que domina la violencia que se encuentra legalizada por el entramado que dirige la sociedad. Esa anatomía del poder es siempre la misma, si la vemos en la Grecia de Nerón o en el Estados Unidos de McCarthy o el de John Edgar Hoover.

Lo que pretendo en este ensayo es establecer una narrativa paralela entre la vida de Julia de Burgos y el relato que construyen los agentes investigadores. Desde el inicio, los expedientes que se levantaron contra la poeta estaban respaldados en dos leyes votadas por el congreso de Estados Unidos, por lo que el espionaje y la construcción del perfil biográfico de la autora de “Río grande de Loíza”, emanan de una autoridad legal; además, las distintas informaciones fueron suministradas por actores cercanos a su vida y a su acción, que funcionan como testigo de los hechos. Pocas veces se puede ver la valoración individual de las agencias, más bien esta se encuentra en la estructura misma de las leyes y de los procedimientos.

            La primera mención de Julia de Burgos en la documentación estadounidense es del 21 de octubre de 1943 y está en un informe firmado por J. E. Hansell, que cubre los días 14 al 18 de del citado mes. Se reportan actividades del Partido Nacionalista puertorriqueño en la ciudad de Nueva York. Es importante destacar que estas eran públicas, aunque los informes narran la manera y los contactos para su organización, con el fin de desvelar las actividades supuestamente conspirativas de los nacionalistas en Estados Unidos. Los dos sujetos de este reporte son Juan Antonio Corretjer y Clemente Soto Vélez, importantes miembros de la ciudad letrada. El primero como poeta comprometido y el segundo como poeta surrealista que también empuñó la bandera de la independencia de Puerto Rico.

Imagen de Nueva York, 1945, generada por Midjourney

            El detonante del operativo parece ser la participación de Marcantonio en el acto para la celebración del Grito de Lares el 23 de septiembre organizado por los nacionalistas, el informante cataloga a Juan Antonio Corretjer como Secretario General del PN. La presencia de una figura importante en la vida norteamericana, como el senador Vito Marcantonio, quien favorecía la independencia puertorriqueña, parece ser una preocupación mayor que las actividades nacionalistas que estaban centradas en la isla, y que en 1943 se trasladan al seno del país. Ellas podrían desbordar, a los ojos de los investigadores, los postulados de la Ley de Seguridad Interna. 

            Lo que no sabían los detectives era que este grupo que estaban investigando se encontraba en transición del Partido Nacionalista al Partido Socialista y que construía ya una escisión del liderazgo de Pedro Albizu Campos y probablemente, era un grupo que cuestionaba las prácticas políticas del nacionalismo, que tuvo su punto de inflexión en la Masacre de Ponce y sus secuelas. Y esto ya se puede ver con la presencia de un importante líder político-sindical en los actos de celebración de lo que se considera el Día Nacional de Puerto Rico en Nueva York.

            Lo cierto es que el PN para los actores de Nueva York había comenzado a significar ya un pasado; una política a superar. Y esto es así por la misma característica del PN. Que fue un frente que a la vista de los marxistas estaba internado elementos de la antigua oligarquía pro hispánica, mientras ellos planteaban un mundo distinto con impulso de las ideas socialistas y el dominio que tenía Rusia en la escena internacional.

            Ahora bien, debemos trazar la relación de Julia de Burgos y su cambio ideológico de ser una poeta cercana al Partido Nacionalista hasta ser una exponente de las ideas socialistas. Tal vez el cambio se deba a ciertos círculos con los que Julia se encontró en San Juan cuando luego de ser maestra en Naranjito, se integró a la Escuela del Aire, de la que fue despedida por su militancia nacionalista.

            Si trazamos una trayectoria ideológica de la poeta, debemos ver en ella a una nacionalista más determinada por la idea de la independencia de Puerto Rico que cualquiera otra mirada a la sociedad puertorriqueña que tuviera ese partido. Su poesía irrumpe contra acontecimientos en los que ve el menoscabo de lo puertorriqueño por las acciones de los agentes estadounidenses. Escribe poemas de enaltecimiento de la puertorriqueñidad como elemento en lucha contra el colonialismo en protesta por la muerte de los nacionalistas en la Masacre de Ponce e integra el comité por la excarcelación de los presos políticos.  Esta escritura que realiza en el periódico “La acción”, cercano al nacionalismo, la definen como una poeta civil y fuertemente comprometida con el proceso de independencia.

            Cuando publica su primer libro Poema en veinte surcos (1938) ya se le considera una poeta política. De ahí que la primera reseña conocida de su libro, la que hace Nilita Vientós Gastón, destaque como elemento negativo el compromiso social entre arte y literatura (Vientós: El Mundo, 1938). Pero el libro que publica no contiene los poemas políticos, sino aquellos de mayor alcance, quedando los políticos para uso de sus perseguidores y censores. Lo que ya se puede notar en Julia de Burgos es que, por asociación o sensibilidad, o las dos cosas a la vez, ella ya había puesto su mirada en el socialismo cuando, junto a Luis Palés Matos, había desvelado el paisaje social en la poesía puertorriqueña (López Jiménez, 2002).

            Las ideas socialistas aparecen en los textos de Poema en veinte surcos y no las ideas nacionalista que aparecen en los poemas anteriores. El acontecimiento que lleva a Julia de Burgos a estas ideas puede ser la Guerra civil española. La participación de los socialista y el internacionalismo que se desarrolló en esta época pueden ser vistos también como acontecimientos que hacen a Burgos mirar hacia el otro lado. No al nacionalismo, que si bien es un propone de una nueva heroicidad puertorriqueña, y lucha por la independencia, no encajaba del todo en los acontecimientos de España. 

            Cuando Julia de Burgos asistió a las conferencias sobre las ideas políticas de Juan Isidro Jimenes-Grullón, en Santurce, ya había dado el giro ideológico. Por lo que en Juan Isidro Jimenes encontró, además de un compañero sentimental, a un maestros de esas ideas y quien le ayudará a ser reconocida en Nueva York y Cuba como una poeta de América, tal como ya la habían catalogado Luis Llorens Torres (en “Cinco poetisas de América…, 1935) y Juan Bosch, en palabras liminares que aparecieron en la primera edición de su primer libro (continuará).

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