Caminar Bucarest cuando la guerra está en la otra esquina

Rumania

Caminar por la ciudad es entrar en la poética del espacio. Ver las huellas del arte, artistas del teatro, de la publicidad, de los alarifes que construyeron los edificios, de arquitectos que proyectaron el espacio que se convirtió en sentimiento. Los edificios de Bucarest desentonan con los impertinentes del periodo socialista, los monasterios e iglesias presentan la continuidad de la tradición. La ciudad es flujo de gente, de intereses, de modas. En ella están los negocios, el consumo y las aspiraciones humanas. Caminar Bucarest es ver ese pasado que se va y aquello que es permanente. Eso que llamamos identidad, tradición y cultura.