Cristóbal Colón y el mundo real-maravilloso en El arpa y la sombra
Colón sacó maravilla de los libros leídos, como si América y el destino propio estuvieran ya escritos. El Almirante formuló su ruta y, equivocado como estaba, realizó la empresa más grande para un reino cristiano. Su figura se agigantó, a pesar de todos los inconvenientes que tuvo que afrontar. Aún después de muerto, cuando su hijo tuvo que ir a los fueros de la Justicia a pedir que cumplieran Las capitulaciones de Santa fe. No hizo milagros, pero frente a Jamaica, engañó a unos indios pronosticando un eclipse de Sol.
El arpa y la sombra: Colón y los males del siglo presente
Quien revise los discursos producidos en las celebraciones del cuarto centenario del descubrimiento de América, entenderá al comparar la estimación que tuvo Colón en el siglo XIX con lo que ocurre en el siglo presente. Para la intelectualidad decimonónica Cristóbal Colón era un civilizador. Había traído a América la civilización europea y también había iniciado el cristianismo en estas tierras. Por lo que el fin de siglo (1892) fue la oportunidad para reconocer a esa figura egregia de nuestra latinidad. Con cuyo término se separaba de España, afectada como estaba por la leyenda negra.