La pregunta por nuestro arte, la razón artística dominicana
El ensayista Miguel Ángel Fornerín defiende la importancia de cuestionarnos acerca del arte dominicano que producimos, valoramos y mercadeamos. Subraya el papel integral del arte en la identidad de la sociedad dominicana, y aboga por una evolución del pensamiento que rompa con la tradición para abrazar una modernidad reflexiva y crítica, intrínsecamente ligada a la libertad. Destaca los esfuerzos históricos por forjar un arte dominicanista que confronte el eurocentrismo y muestra la necesidad de una educación artística robusta para alimentar la sensibilidad y el juicio estético en las jóvenes generaciones. Fornerín articula la urgencia de una infraestructura cultural accesible que preserve y exhiba el patrimonio artístico nacional, y alienta a un diálogo constante sobre la razón artística dominicana que transcienda las limitaciones gubernamentales y promueva un renacimiento cultural que honre al ser humano y las Humanidades.
Las preguntas sobre el arte: los juicios estéticos
En el artículo «Las preguntas sobre el arte: Los juicios estéticos», Miguel Ángel Fornerín cuestiona la posibilidad de alcanzar un consenso en los juicios sobre el arte en un mundo dominado por el relativismo. Destaca que el arte, establecido como Estética en el siglo XVIII con la aspiración de constituir una ciencia de los valores estéticos, no puede ser definido, analizado o enjuiciado de manera que todos los participantes tengan las mismas ideas o certezas. Fornerín señala que las teorías del arte son contingentes y evolucionan con el tiempo, la técnica, los acontecimientos sociales y la diversidad de enfoques para entender el arte.
El autor sostiene que el concepto de arte es más permanente en comparación con las nociones de desarrollo provenientes de otras disciplinas. Aunque la técnica cambia, el arte como objeto sensible perdura. Fornerín plantea la relevancia de las preguntas sobre qué hace que un objeto sea una obra de arte y cómo pensar el arte en la postmodernidad, cuestionando la posibilidad de hacer tabula rasa de todas las ideas anteriores sobre el arte.
Asimismo, expone las implicaciones del relativismo posmoderno en los juicios estéticos, destacando su impacto en la autoridad de la filosofía, los artistas y los críticos del arte. Fornerín también discute la noción de consenso en los juicios sobre el arte, citando a Lyotard, y aborda la cuestión del valor del arte en la actualidad, enfatizando el papel de las corporaciones, los museos, los comerciantes y los coleccionistas en la determinación del valor del arte en la era posmoderna.
El autor concluye que el arte contemporáneo es en gran medida un reflejo de las dinámicas del mercado, alejándose de las lógicas tradicionales de valoración propuestas por filósofos y críticos del arte.